La desaparición de Malén Ortiz

Chris B. Campos

31 de diciembre de 2013

El pasado 2 de diciembre sucedió de nuevo. Aquellos que pensaban que el último mes del año iba a ser distinto y apacible se equivocaron. A partir de ese día, los diarios españoles volvieron a plasmar el rostro de la inocencia entre sus páginas, mientras que varias palabras reflejaban, a modo de fatal contraste, una desesperada evidencia: Malén Ortiz Rodríguez, una niña de tan sólo quince años que vivía en el municipio mallorquín de Calviá, había desaparecido sin dejar rastro. La última vez que la vieron, continuaban las mismas informaciones, llevaba una camisa a cuadros, una chaqueta vaquera de color azul, unos pantalones rotos y unas zapatillas rosas. Los interrogantes parecían gritar y querer salir despedidos de los rotativos. ¿Dónde estaba la pequeña Malén?

La Guardia Civil y la Policía de la zona comenzaron a investigar el caso. Tras las primeras declaraciones que ofrecieron las personas más cercanas, la historia de la joven de raíces argentinas empezó a tener un sentido cronológico más detallado. Así, los investigadores pudieron conocer prácticamente desde el principio que el 2 de diciembre, el mismo día de su desaparición, Malén Ortiz salió alrededor de las tres de la tarde del instituto de Santa Ponsa, y que unos minutos más tarde, el autobús escolar la dejó en una parada cercana a su domicilio, en Cala Vinyes, donde Malén vivía con su padre, el empresario Alejandro Ortiz, y su hermano Bruno, tres años menor que ella.

Según parece, la intención de Malén era llegar a casa, pero aquella mañana no se había llevado las llaves al instituto, así que llamó por teléfono a su novio Daniel para comentarle la situación y éste la invitó a comer en el domicilio que comparte con su familia en Son Ferrer; una propuesta a la que ella, como refleja la declaración del testigo principal, accedió. Sólo así se explica que unos minutos más tarde, la joven llamase a la oficina de su padre para contarle los nuevos planes. Sin embargo, el teléfono estaba desconectado y sólo pudo contactar con la secretaria, quien se hizo eco de una cita que, según las palabras de Daniel, nunca llegaría a producirse. A partir de ahí, nunca más se supo de Malén Ortiz Rodríguez. O casi, porque la Guardia Civil iba a encontrar en los días sucesivos algunas pistas importantes.

Durante los primeras horas desde que se produjo la denuncia por desaparición, los investigadores barajaron la hipótesis de la fuga voluntaria; una posibilidad que todavía no se descarta, pero que contrasta con la llamada de Malén a su novio y a su padre para decirles a dónde iba. De hecho, la teoría de la desaparición voluntaria se empezó a desarrollar a raíz del conocimiento de la situación particular de los padres de la menor, que desde hace más de un año están separados. Asimismo, se da la circunstancia de que la madre de la joven, Natalia Rodríguez, vivía fuera de la isla, y que además, se habían producido algunas situaciones difíciles en el pasado. Así lo manifestó el propio Alejandro Ortiz en las declaraciones que aparecieron publicadas en los medios de comunicación durante los primeros días:

«La primera noche que faltó [Malén] pensé que se la había llevado mi ex. La segunda noche, fue terrible y hoy, que es la tercera, ya no sé que pensar. El novio de mi ex me amenazó de muerte hace año y medio, y ya se lo he contado a la Guardia Civil. Sin embargo, quiero que mi hija sepa que si se ha ido voluntariamente, la perdono».

La sospecha de la huida parecía tan consistente, que incluso el 6 de diciembre, coincidiendo con la celebración del 35 aniversario de la Constitución Española, las autoridades ordenaron la suspensión temporal del operativo de búsqueda. Por si esto fuera poco, la delegada del Gobierno en las Islas Baleares, Teresa Palmer, también se atrevió a afirmar que había una «posibilidad alta» de que la desaparición de Malén Ortiz fuera voluntaria. No obstante, para su padre, las sensaciones eran muy diferentes, y así lo hizo constar en sus declaraciones desde el principio:

«Tengo empresas de agua en las tres islas y no nos falta de nada. Por eso pensé que se podía tratar de un secuestro o que a mi hija se la había llevado mi ex mujer. Ahora, en la tercera noche sin ella, lo veo todo muy negro, ya no sé qué pensar».

Tres días más tarde, el 9 de diciembre, la Guardia Civil, la Policía local y otros operativos de la zona reanudaron la búsqueda ante la falta de nuevas noticias. Tal vez la decisión estuvo marcada por el hallazgo de una pista que algunos medios como el diario Clarín habían publicado el día anterior; un nuevo indicio que abría la puerta a otra teoría completamente diferente. De esta manera, el rotativo argentino reflejaba en su versión digital que los agentes de la Guardia Civil habían localizado la grabación de una cámara de seguridad que indicaba que a las 15:45 del mismo día de la desaparición, Malén Ortiz se encontraba caminando por una calle de Son Ferrer hacia algún lugar desconocido. El diario El Mundo, además, señaló que según los expertos, esta prueba planteaba la hipótesis de la desaparición forzosa, una línea de investigación que iba en contra de lo que se había expresado a lo largo de las últimas horas.

Por otro lado, los investigadores también contaron previamente con las declaraciones de un testigo que manifestó varios detalles que resultan extraños de explicar. Al parecer, la última vez que esta persona vio a Malén Ortiz fue a las seis de la tarde del 2 de diciembre, varias horas después de la citada filmación, en un mercadillo navideño situado en el recinto ferial El Molino de Calviá, en compañía de un joven todavía sin identificar. Lo llamativo de todo esto es que ese lugar se encuentra cerca del instituto de Santa Ponsa y a una distancia bastante lejana de la casa de su pareja, donde había quedado para comer. Si en realidad era ella; si de verdad aquella persona era Malén Ortiz Rodríguez, la pregunta es evidente: ¿Qué hacía allí a esa hora de la tarde?

Las incógnitas, lejos de despejarse, se acumulan con el paso de los días. Más aún, cuando se han producido distintos movimientos por parte de los operativos de búsqueda. Así, el pasado 21 de diciembre, la Policía Judicial de Palma y de Calviá efectuaron el registro de una finca semiabandonada conocida con el nombre de El Molí des Pou Redó, que está situada junto al paseo peatonal o vivero donde se captó la imagen de Malén. Los agentes precintaron el lugar y realizaron una inspección ocular acompañada de un reportaje fotográfico que se prolongó durante varias horas. De la misma manera, y desde el 27 de diciembre, el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS) ha tratado de encontrar alguna pista a través del reconocimiento de varios puntos concretos de Son Ferrer como la zona boscosa, las lagunas del campo de golf de Poniente y la costa de varias playas como la del Mago, Cala Figuera y Portals Vells sin que se haya podido encontrar ningún indicio sobre su paradero.

A pesar de ello, las autoridades aseguran que no descartan ninguna hipótesis, incluida la ya conocida desaparición voluntaria. Por otra parte, algunos medios también han publicado que durante los primeros días de la búsqueda, varios agentes registraron una vivienda de Palma y requisaron un disco duro para analizarlo, ya que surgieron ciertas evidencias de que la menor había contactado con el propietario de este lugar a través de Internet. Las líneas de investigación, por lo tanto, continúan abiertas.

Ahora, a punto de terminar el año, resulta dramática la certeza de esta nueva desaparición; como si durante todo estos meses no hubiera existido la desesperanza suficiente con otros casos, además de los recuerdos de otras historias tan dolorosas que han vuelto a salir a la luz con la puesta en libertad de sus culpables. Ojalá que los nuevos tiempos traigan algo de cordura y esperanza, y que la pequeña Malén aparezca sana y salva. Ojalá, que todo haya sido un mal sueño y que esta niña de mirada dulce y sonrisa preciosa pueda volver a casa. Su familia la necesita. Todos la necesitamos.

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